El alcázar y murallas de Albarracín
Barrio de San Juan s/n. Albarracín
978 710 262 - Oficina de Turismo
El castillo o alcázar de Albarracín preside el centro de la primitiva medina musulmana. Ubicado sobre un peñasco, fue una fortaleza inexpugnable durante muchos siglos. Su visita resulta muy clarificadora al respecto, las vistas son espectaculares. Aunque el castillo ha sufrido numerosas modificaciones a lo largo de los siglos, los trabajos arqueológicos y de restauración ofrecen una interesante perspectiva al viajero.
La muralla se articulaba en once torres de planta circular. Los trabajos arqueológicos realizados han encontrado restos construidos de las viviendas palaciegas del siglo XII, que ocuparon la alcazaba musulmana. La residencia principal se hallaba en el nivel superior del recinto y contaba con un gran aljibe bajo el patio, así como un hamman (baño árabe). Algunos de los hallazgos arqueológicos encontrados pueden verse en el Museo de Albarracín, que contiene una de las colecciones cerámicas más importantes del siglo XI.
El complejo amurallado es en realidad un triángulo cuyos vértices son, junto a la alcazaba, la Torre de Doña Blanca y la Torre del Andador. Aunque la ciudad ya estuvo amurallada en el siglo XI, la apariencia actual es predominantemente del siglo XIV.
La historia de este castillo está ligada al clan de los Banu Razin, que durante la época del califato se hicieron con el control de este territorio, convertido en taifa islámica tras la desintegración del califato. En tiempos del Cid, Albarracín era aún capital del reino bereber de los Banu Razín. En 1088, en Calamocha, el Cid recibió en su campamento una embajada de la taifa, fruto de cuyas negociaciones el reino se hizo tributario suyo. Hasta 1093 la relación con la taifa fue de cierta supeditación al Cid, pero al advertir Rodrigo que el rey de Albarracín pretendía conquistar Valencia, sobre la que él ya ejercía su protectorado, lanzó un ataque de represalia contra sus territorios en septiembre de 1093: en una refriega en los alrededores de la ciudad el Cid recibió un grave lanzazo en el cuello que estuvo a punto de costarle la vida.
Tampoco el Cantar de mío Cid no se olvida de Albarracín: a mitad de camino entre Molina de Aragón y Teruel, es según el poema zona de paso para la escolta de caballeros que van a Medinaceli a buscar a la familia del Cid, y será posada para sus hijas y sus esposos cuando, celebrada la boda en Valencia, inicien el regreso a Castilla.
Visita: consultar horarios y precios en la Oficina de Turismo de Albarracín.
Rev. ALC: 06.04.20