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Audio 8: Vivar del Cid

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Con lágrimas en los ojos,   tan vivamente llorando,
volvía la cabeza,   los estaba mirando.
Vio puertas abiertas,   batientes sin candados,
perchas vacías,   sin pieles y sin mantos,
sin halcones   y sin azores mudados.
Suspiró mio Cid,   por los pesares abrumado,
así habló mio Cid,   bien y muy mesurado:
—¡Gracias a ti, Señor,   Padre que estás en lo alto!
¡Esto han tramado contra mí     mis enemigos malvados!—

 

Bienvenido a Vivar del Cid, el inicio del Camino, el origen de la leyenda. Aquí comienza tu viaje.

Canta el Cantar que el Cid salió de Vivar para el destierro “con lágrimas en los ojos” y la orden real de abandonar Castilla en nueve días. El hito escultórico con la leyenda “Legua Cero”, frente a un antiguo molino por el que discurre un cauce del río Ubierna, marca simbólicamente el inicio de la ruta. La elección del lugar no es caprichosa, ya que el Cid poseyó diversos molinos en este valle.

A unos veinte metros, se encuentra el Convento de Nuestra Señora del Espino, donde se guardó hasta el siglo XVIII el ejemplar más antiguo del Cantar, y que actualmente se custodia en la Biblioteca Nacional. Las monjas clarisas conservan el cofre en el que tradicionalmente se cree que se guardó el códice. Puedes visitarlo gratuitamente y también comprar algunos de los exquisitos dulces de las monjas, algunos tan cidianos como las Lágrimas de Doña Jimena, la esposa del Cid.

Más adelante, siguiendo la calle del Destierro, hallarás la primera de las estatuas del Cid en ruta: este hito escultórico es obra del artista valenciano Francisco Catalá Blanes. Su sencillez devuelve al héroe su escala humana.

A la salida de Vivar, según narra el poeta, una corneja se cruzó en el camino de los desterrados. El Cid lo interpretó como una señal de buena suerte en su viaje. Por este motivo, la corneja es la imagen del salvoconducto del Camino del Cid, símbolo de buena suerte en el caminar. Si recorres el Camino del Cid te cruzarás muchas veces con ella.

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