Del amor y otros demonios? del Cid

12-02-2015
Patricia Ansótegui

Durante estas fechas en las que el amor parece estar en el ambiente ante la inminente celebración de San Valentín, queremos hacer un pequeño repaso a la vida sentimental del Cid siempre desde la perspectiva que nos dan las múltiples manifestaciones culturales que giran en torno a la "cosa cidiana" y sin ahondar en el tema histórico ya que sabemos muy poco de la historia real y de la verdadera relación entre Rodrigo y Jimena.

Por lo tanto, y teniendo como punto de partida ese aspecto legendario del mito, creemos que es de justicia empezar con esa gran epopeya cinematográfica que es El Cid (1961), de Anthony Mann, un auténtico culebrón: Jimena decide casarse con el hombre ¡que ha matado a su padre! y, además, en detrimento de uno de sus pretendientes: el mismísimo García Ordóñez, enemigo irreconciliable de Rodrigo (atención: esto de que se llevaban mal no es ninguna leyenda). Pero si la cosa va de pretendientes? el sobrino y mano derecha del Cid, Minaya Álvar Fáñez, también le hacía ojitos a Jimena o, al menos, así lo apunta Antonio Gala en Anilllos para una dama (1973). Conste, no obstante, que la asturiana lo rechazó por "cobarde". Una razón de peso, sin duda, que no se ajusta a la realidad histórica del personaje.

Pero si Jimena tuvo sus pretendientes - según la novela de Antonio Gala - el Cid también las tuvo, y además "de nivel": Urraca, hermana de Alfonso VI (a la que, por cierto, los romances acusaban de mantener relaciones incestuosas con su hermano), debía querer algo más del Cid que una simple amistad, tal y como reflejan los siguientes versos del Romancero:

¡Afuera, afuera, Rodrigo, el soberbio castellano.
Casaste con Jimena Gómez, hija del conde Lozano;
Con ella tuviste dineros, conmigo hubieras estado;
Bien casaste tú, Rodrigo, muy mejor fueras casado,
Dejaste hija de rey por tomar de tu vasallo

Si esto no es despecho que baje Dios y lo vea. Aunque, según el Romancero, el Cid no aceptó los favores de Urraca, sí lo hizo de otra dama (no sabemos si de alta cuna o no), según recoge la leyenda atribuida al pueblo guadalajareño de Castejón de Henares donde aún se conserva la casa en la que vivió la amante del Cid. Poco más sabemos de ella y de esta relación: quizás, una vez conquistada Valencia, nunca más la volvió a ver? ¡y ya sabemos cómo afectan las distancias a las relaciones!

Pero? ¿cómo aborda la relación entre el Cid y Jimena el Cantar? Jimena siempre está en los pensamientos del Cid, de eso no cabe duda, y las escenas que nos ofrece el Poema nos hacen pensar que entre los dos había amor, amor del bueno. Sin olvidar el contexto (el Cid está a punto de partir hacia el destierro), podemos imaginarnos esa relación a través de los siguientes versos:

¡Doña Jimena, mi mujer tan cumplida
como a mi alma yo tanto os quería!
(Versos 278 y ss.)

Se quieren, según el Cantar, y nosotros dadas las fechas en las que estamos? también queremos pensar que se amaron, y mucho. De hecho los restos del Cid y Jimena reposaron juntos durante un tiempo por lo que ni la muerte pudo acabar con un amor de verdadera leyenda.

Acompáñanos en Facebook y en Twitter